"La emperatriz"

El fraternal beso del rocío unge los adoquines. La creciente ventolera nocturna esparce y reparte la maleza urbana. Los bronquios celestiales barritan. El barrio se amedrenta, las rúas desalojadas de vida solamente tributan algunos pendencieros y vagabundos, centinelas inefables de las vigilias. Los postigos aúllan. Los balcones entornados se cierran, las cortinas se echan para solapar lo inevitable. Los cristales se agitan a la primera descarga celestial. La invitada irrumpe en la madrugada, sin espectadores que la gocen. La tormenta se explaya, mientras todos se encubren en sus velados dormitorios. Ella lidera, domina e impera en la noche.